Quito (Pichincha).-El analista político Mario Ramos, hace un análisis en el diario El Telégrafo, sobre cómo quedarán la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas tras las manifestaciones de grupos de oposición que dejaron actos violentos y daños en los bienes públicos y privados.
A quienes tuvimos la oportunidad de participar en el período de resistencia popular en contra del neoliberalismo y sus más recordadas secuelas: privatizaciones, feriado bancario, brutales ajustes, empobrecimiento general, derrocamiento de gobiernos vende patria, etcétera; y que padecimos una enorme represión, nos satisface el gran contraste con lo que miramos en estos días de ‘protestas’ golpistas.
Si bien la actitud asumida por los miembros de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas obedece en última instancia a una decisión política gubernamental, basada en el principio del respeto a los derechos humanos, considero, no pasa desapercibido al ojo ciudadano la enorme paciencia que han demostrado nuestros policías y militares, frente a la violencia injustificada de las ‘protestas’ golpistas que se anunciaron serían pacíficas.
Independientemente del aspecto político, se puede constatar que ha operado un revolucionario cambio en la forma como nuestra fuerza pública trata este tipo de situaciones; como se suele decir en lenguaje castrense, se observa una nueva doctrina.
Mientras otra policía, como por ejemplo, la estadounidense, asesina con frecuencia a afroamericanos desarmados, hecho que no provoca el escándalo de la autodenominada ‘prensa libre’ y de los supuestos organismos defensores de los derechos humanos, aquí vemos con alegría que se ha concretado en esta difícil coyuntura la norma constitucional que indica que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional son instituciones de protección de los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos. Esto les prestigia.
Sin seguridad no puede existir Buen Vivir, y la fuerza pública en estos días ha garantizado que opositores golpistas y defensores de la Revolución Ciudadana se manifiesten con tranquilidad. Tanto así que Salvador Quishpe ha tenido que recurrir al show para dar material mediático a la autodenominada ‘prensa independiente’, con el objetivo de endilgar al gobierno una supuesta actitud represora absolutamente inexistente.
Es obvio que la oposición subversiva, dentro de su esquema golpista, necesitaba de un muerto, su violencia no es gratuita. Un solo muerto hubiese bastado para que la prensa injerencista interna y externa, armase un gran alboroto para seguir provocando desestabilización política a un gobierno legítimo con gran arraigo popular. Mientras en Colombia, solo para enunciar un aspecto de la grave situación humanitaria que padece ese país, en lo que va del año han asesinado a 69 activistas sociales, sin que esto, reitero, genere escándalo en la prensa mercantilista, aquí una foto manipulada, de una extranjera que ejecuta actividad política sin que su visa lo autorice, provoca, ahí sí, conmoción mediática.
Para una sociedad democrática, como la ecuatoriana, es un gran valor contar con organismos como la actual Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, que aún a costa de su propia vida, protegen a sus ciudadanos. De esta coyuntura golpista e injerencia extranjera, nuestros policías y militares, estoy convencido, quedarán muy prestigiados, y sus respectivos organismos fortalecidos.