No se conocían, pero empujaron cuesta arriba por 3 ocasiones el auto hasta que arrancó
Si usted apreciado lector de Radio Limón, no es un usuario frecuente del bus en la provincia de Morona Santiago o vive ya años en el extranjero, se preguntará como es haber hecho planes hasta quizá con semanas de anterioridad y dar anuncio a sus familiares, amigos o clientes que a tal hora se dará el encuentro; pero repentinamente, sobre todo en la zona de Limón Indanza, sector el Rosario en la vía hacia Macas o, Tinajillas, en la vía hacia Cuenca, el paso se encuentra bloqueado por deslaves de tierra. ¿Como se sentiría?.
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Bueno, le comentamos que acá en la radio, acostumbrados a que nos corten la luz sin previo aviso (significando esto que la información de los discos se pierda para siempre) o que el internet, se vuelva a veces tan lento que para revisar sus correos (acto indispensable en estos tiempos) usted deba ir a comer luego de ingresar su contraseña para ver si al regresar, por fin se abrió luego de 30 minutos, hemos tomado como propia la frase de: "a mal tiempo, buena cara".
Así que a mal tiempo buena cara:
Camión embancado. El riesgo de que baje mas material es real
Al inicio, tomados por sorpresa y muy a la ecuatoriana, cuando los deslaves en la ruta Cuenca-Limón no eran tan frecuentes como ahora, los pasajeros si no estaban dormidos molestaban al conductor o a su oficial con preguntas como: "oiga, porque para?" o: "muévale señor chofer que se enfría la sopa". Los conductores también hacían lo suyo: pitar. Asi que poco a poco, iba creciendo la hilera de coches y el piterío. Sin embargo, también poco a poco, los deslaves nos acostumbraron al quien manda aquí.
Ahora no, la gente aprendió a ser educada, casi estadounidense o europea, nadie pita. Los pasajeros despiertos escuchan que no hay paso y se acomodan en sus asientos a dormir. Adentro de los buses, el silencio de rato en rato es roto por algún ronquido grotesco y quienes no pueden dormir, salen afuera, a ver que es lo que ocurre.
Afuera es aventura. Todo.
Pasajeros de autos y buses observando deslave
Los deslaves, que en lo general ocurren en la noche, tienen el encanto del misterio. Rodeados de obscuridad que se corta con la luz de las linternas o faros de los buses, repentinamente muestran su dimensión. El material que ha descendido generalmente es plateado y con la lluvia recibe un aspecto brillante, los pasajeros que han bajado del bus observan entre admirados y desencantados. Toneladas de material bloqueando la vía.
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En la gran mayoría de veces, toca regresar al bus para resignados dormir o ver si hay señal de celular para reportarse con los seres queridos y hacer los acomodos. Si no hay señal, simplemente rezar, escuchar música y dormir, con la esperanza de que al día siguiente, vengan una gallineta o excavadora a limpiar el deslave.
Los mas atrevidos o apurados no se quedan allí, deciden bajar sus cartones y bolsos, sacarse los zapatos y cruzar la zona a pie; siempre preocupados que alguna roca o mas material los vaya a llevar no a sus hogares sinó, al otro mundo.
En lo general, el sitio afectado no pasa de los 100 metros, aunque intentar cruzarlo implica el riesgo de que repentinamente baje mas material
Así que aprisa, hundiéndose entre loco y lastre se avanza una distancia de unos 60 metros, al otro lado. La siguiente aventura será buscar otro bus que esté regresando o, caminar unos 30 minutos hasta encontrar señal de celular para llamar de allí a algún taxi.
Policías haciendo peso para que camión embancando salga
Entre los que decidieron cruzar, se genera un vínculo de camaradería, se ayudan a cargar sus bolsos o sacos, se enfocan a los pies las luces para que vean donde se pisa, se cruza conversando ese mal trecho, se bromea, se ríe. A mal tiempo, buena cara.
Bob Cat limpiando material, afortunadamente en esta ocasión, no hubo que esperar hasta la siguiente mañana para limpiar
Ya al otro lado y contentos de no haber pasado a la historia en media noche y en media montaña, se descansa y se lava el calzado o los pies y sin presentarse se agrupan, alguno prende un cigarrillo y lo comparte. Las chicas se acomodan el cabello y la ropa y empiezan a contar historias, aflora la "sal ecuatoriana", la picardía, el doble sentido y las risas.
Todos han olvidado el mal momento de atrás hasta que a lo lejos, se distingue la luz de un auto que se aproxima y hay mas bien un sabor a nostalgia, porque esa camaradería que nació en mal momento, se convirtió en el momento ideal en el cual, las penas se fueron entre remedos y risas.
Lo anterior se da en la mayoría de casos cuando la gente decide salir del bus y no quedarse a esperar al día siguiente. A veces hay un golpe de suerte como sacarse la lotería: habrá entre los autos y camiones que hacen cola, alguna plataforma con una máquina en ella.
Un conductor vuelto recolector de colaboración que se entrega a propietario de máquina
Su propietario hará la propuesta a los pasajeros y conductores que bajaron a observar la magnitud del deslave: que den 5 dólares por carro para bajar la máquina de la plataforma y empezar la limpieza. Todos acuerdan que si, que vale la pena para no esperar hasta al día siguiente, inseguros de si habrá o no quien se acuerde de ellos para iniciar el desalojo.
En estos casos, nuevamente asoma la camaradería ecuatoriana, los héroes, aquellos que se ensucian por auxiliar a alguien en sustos. Aquellos que empujan un coche cuesta arriba porque se quedó sin batería para que en la bajada encienda; aquellos que, como fuese su madre la que está en el otro coche, sacan cables para pasar la batería y puentearla. Asoma aquel que colecta el dinero y entrega al dueño de la gallineta para que empiece a hacer su trabajo. Asoma aquel que hace de policía de tránsito dando señales para evitar mas demoras. Asoman palas y machetes que se prestan para limpiar material bajo llantas, asoman policías en montón sobre un camión para ayudar a desenterrarlo, asoma la wincha, las sogas, los ciudadanos empujando, asoma el taxista que ante los nervios del chofer del camión baja a conducirlo. Asoma, nuestro lado humano, nuestra sencillez y calidez ecuatoriana.
Oficiales de policía ayudando a jalar automotor varado
No hay pelucones, no hay políticos, no hay liguistas ni barcelonistas, ni izquierda ni derecha, ni creyentes ni ateos. Solo humanos, moradores de este planeta por un corto tiempo siendo hermanos, aunque sea un instante.
Por todos los modos y medios, hay que sacar al camión que finalmente, luego de 2 horas de intentos, sale