Fotografía: GAD Logroño
Como una tradición heredada de culturas de nuestros ancestros, constituye un delicioso plato las hormigas culonas o añangos, cuyo nombre científico se denominan (AttaLaevigata).
Esta peculiar hormiga aflora para su cosecha una vez al año, especialmente en los meses de octubre, noviembre y diciembre, dependiendo del temporal, el mismo que deberá ser húmedo por sus fuertes lluvias con truenos, relámpagos, seguido de una tarde soleada; tiempo propicio para que tanto hombres, mujeres y niños a salgan a buscarlas en sus hornigueros, con recipientes.
Las hormigas culonas que no han sido cosechadas se disponen a ser devorados en su vuelo por un ave conocida en nuestro medio como wuilos y las que sobreviven se disponen a ser fecundadas en su vuelo nupcial por los machos conocidos como micharos, para luego aterrizar y crear su futuro hormiguero sin antes quitarse las alas, este apareamiento constituye una fiesta para esta especie y que en su día central observamos, la formación de un manto de hormigas y micharos, conocido como el manto de la novia.
Este exquisito y afrodisiaco plato tradicional, constituyéndose en un gran alimento por su alto nivel nutritivo y proteínico, bajo en grasas saturadas, según el estudio de la Universidad Industrial de Santander- Colombia, país en donde se exporta la hormiga culonas; ya para su elaboración, son sacadas las alas y patas, para luego ser degustadas ya sean fritas, en caldo, tortillas con yuca e incluso lo preparan como ceviche.
Las hormigas culonas constituyen desde tiempos inmemoriales delicioso y nutritivo regalo al paladar. Esta variedad de himenóptero de color amarillo oscuro, cabeza gruesa, tórax delgado, y abdomen extraordinariamente abultado con relación al resto de su cuerpo, provista de grandes tenazas y cuatro alas vistosas.
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