El trabajo diario con niños, niñas y jóvenes vulnerables de Esmeraldas, ha despertado el interés de Nicson Sicha (18) por la vida consagrada. Mirar de cerca la labor realizada por salesianos como el P. Pedro Vidal, y darse cuenta el bien que se puede hacer en favor de la niñez y juventud más necesitada, han motivado a este joven, oriundo del cantón Limón Indanza, a seguir los pasos de Don Bosco. "El voluntariado es una etapa para decidir qué haces en tu vida, aclarar tus dudas sobre el futuro y en mi caso personal estoy pensando en la vida salesiana" comenta Nicson quien formó parte de la última convivencia vocacional que se realizó la primera semana de enero en la Casa de Espiritualidad El Horeb.
Su hermano, principal motivación para hacer el voluntariado Al momento de preguntarle cuál fue su impulso para realizar el voluntariado, Nicson no duda en responder que fue su hermano Dillan, quien nació con una discapacidad cerebral y pasa postrado en una cama. A pesar de que los médicos dijeron que no iba a tener movilidad en su cuerpo, la fe en Dios de su familia y las ganas de vivir de Dillan han hecho que actualmente pueda mover sus manos y entienda muchas cosas. "Estoy seguro que mi hermano va a mejorar mucho más y este sacrificio también lo estoy haciendo por él. Una frase que me gustó mucho, y que nos dijeron antes del envío fue que nosotros podemos necesitar algo, pero siempre habrá alguien que necesite algo más. Es por eso que estoy aquí".
Uno de los obstáculos que tuvo que enfrentar fue la negativa de su familia, pues no apoyaban su decisión de hacer el voluntariado. Ellos querían que siga trabajando en el restaurante familiar y le propusieron un aumento de sueldo para que cambie su decisión; sin embargo, él hizo caso omiso a esta oferta y un día salió de su casa con la excusa de que iba al Santuario de la Purísima de Macas y ya no regresó.
Nicson es un joven normal, juguetón, que como Samuel, a sentido el llamado de Dios: "Habla Señor que tu siervo te escucha"
Sin embargo, reconoce que su abuela Delia Chimbo (52) fue la única que le brindó su aval y quien conocía sus planes de irse a la Comunidad de Macas. Fue la cómplice de esta aventura que inició Nicson y la cual estuvo a punto de no cumplirse pues, pocas semanas antes de la ceremonia de envío, él no formaba parte de la lista de voluntarios. Al no haber presencia salesiana en Limón Indanza, no pudo hacer un proceso previo de formación y tuvo que solicitar cartas de recomendación para que el P. Luciano Bellini diera su aprobación. Y los documentos llegaron de todas partes, pues desde pequeño Nicson perteneció a los grupos juveniles y de infancia misionera de la parroquia de su ciudad.
Ya con el visto bueno, tuvo que prepararse durante 21 días de manera intensa, pero su esfuerzo y determinación valieron la pena y obtuvo su máxima recompensa cuando fue enviado por un año a la Comunidad San Felipe Neri. "Yo puedo decir que fue un milagro porque no había cupo para mí, pero alguien se retiró y me dieron la posibilidad de ocupar ese lugar". Esmeraldas: un choque cultural para Nicson La primera vez que conoció el barrio Santa Martha, lugar donde brinda atenció la Comunidad Salesiana, le impactó mirar a jóvenes de entre 15 y 16 años fumando droga en las calles y ver a otros armando peleas a plena luz del día. También le sorprendieron las actitudes agresivas, la falta de respeto hacia los demás y la utilización de un lenguaje inapropiado por parte de los niños y jóvenes de ese sector. Esta situación era todo lo contrario a la que vivía en su ciudad, donde describe a la gente como tranquila y acogedora. Le costó tiempo adaptarse al contexto, pero lo positivo fue que aprendió a cultivar el don de la paciencia.
Afirma que el voluntario salesiano es aquel que está junto a los beneficiarios en cualquier momento y situación y que tiene una mirada de consejero para ellos. Además que la mejor paga constituye un simple "gracias" o la sonrisa que emanan de sus rostros. No obstante también recuerda que hay momentos en que se pone a prueba su fe, pues muchas veces no se logran los resultados esperados. "Yo entregué mucho por un muchacho que era muy conflictivo, pero era muy buen jugador de fútbol. Conversaba y lo aconsejaba a diario, pero mi fe disminuyó cuando lo vi drogado y fue un golpe duro porque me dije a mí mismo: hacemos tanto por ellos y no valoran. Pero luego uno entiende que es Dios que nos lleva hasta ahí y uno recupera las ganas de seguir entregando todo". Ahora Nicson espera seguir en el proceso de discernimiento y fortaleciendo su vocación en sus labores como docente, catequista, confesor, pero sobre todo convertirse en amigo de los muchachos para llevarlos por el camino del bien, como lo hacía el santo turinés.