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EL LOBO FERÓZ DE LAS COLEGIALAS CUENCANAS

Actualizado: 19 jul 2019

Alejandro Pérez / aperez@uio.vistazo.com


Aunque fue condenado a 29 años por violación a una menor, tiene otras 11 acusaciones que podrían incrementar su pena y dejarlo en la cárcel por 40 años. Juan Andrés Vintimilla V., más conocido como 'El Mangajo' buscaba a sus víctimas en los colegios de Cuenca, usando como gancho su poder económico y posición social. Su defensa niega las acusaciones. 


‘El Mangajo’ mantenía al menos cinco perfiles diferentes en redes sociales. Uno en el que se presentaba tal como era, otro donde aparentaba ser adolescente, otro que decía tener novia… Hasta creó el nombre de una empresa: Rich, “una marca de accesorios de oro macizo made in England creada por Juan Andrés Vintimilla en 2014”, según consta en una publicación web todavía activa. Incluso alquiló un piso para oficinas y tomó fotos con una secretaria, pero el negocio nunca existió.


Exhibía imágenes de una vida de lujos y derroche, con jovencitas a quienes llevaba a pasear en yate y regalaba ramos de flores cubiertos con billetes de 100 dólares. La fortuna de su familia, una de las más acaudaladas de Cuenca, le provenía los recursos. Él mismo se autonombró como “El Mangajo”, una palabra con connotaciones de chico despreciable, malcriado o rebelde. En una red social se ufanaba de haber quitado la virginidad a 37 adolescentes.



Parecería ser la inocentada de un joven que busca protagonismo o atención. Pero Juan Andrés, detenido en junio de 2018 y sentenciado este año, llevaba al menos una década buscando a menores de edad en las afueras de los colegios de la ciudad austral. En un inició frecuentaba los establecimientos privados más caros, donde los apellidos importan, y los de él sonaban por lo alto como “un joven de buena familia”.


Pero poco a poco empezó a descender de “categoría” hasta que terminó buscando a chicas en colegios públicos. Tenía dinero para atraer a las niñas pero los años se le venían encima. “Además, en uno de esos colegios caros ya recibió una alerta”, relata Andrés Montalvo, quién conoció a ‘El Mangajo’ desde su juventud. “Yo tengo la misma edad que él. No era cercano pero lo conocía porque a mis quince años frecuentábamos el mismo grupo de amigos. Era un chico más bien retraído”.


La sorpresa llegó cuando detuvieron al ‘Mangajo’ a tres cuadras del estudio jurídico donde trabaja Andrés Montalvo. “Pensé que era por un tema de alimentos y no le di importancia. Él tiene tres hijos. Pero en la noche escuché en las noticias que era por violación a menores”. En los círculos más altos, años antes ya se escurría el chisme de que “al tipo le gustaban las jovencitas”, pero nunca hubo una denuncia, hasta que las chicas de los colegios públicos, sin importar “el qué dirán” ni guardar “la honra de los apellidos”, rompieron el silencio.


Durante dos meses, agentes de la Policía, le siguieron los pasos. Una chica, a la que ‘El Mangajo’ había contactado por redes sociales, aceptó una cita, pero todo era parte de un operativo. En los allanamientos posteriores incautaron dos discos duros, una laptop y dos celulares, en los cuales se encontrarían fotos y videos de más de 30 niñas y adolescentes desnudas y teniendo relaciones sexuales, en los últimos diez años.


Según las investigaciones, Juan Andrés seducía a las chicas y luego las drogaba para abusar de ellas. El primer caso resuelto, por el que recibió una sentencia de 29 años de prisión, se trata de una niña de 14 años que fue hasta la casa de ‘El Mangajo’. La versión relata que ella recuerda haber estado en una habitación, pero cuando despertó a la mañana siguiente se encontraba amarrada en una cama y había sido violada.


Miguel Sarmiento, abogado defensor de Juan Andrés, reprocha el papel de los jueces que dictaminaron sentencia. “No se ha comprobado la materialidad del delito. Es decir la penetración vaginal. No hay prueba de eso”. Sostiene que todas las chichas que se acercaban a su cliente estaban conscientes de lo que hacían. 


Sin embargo, en estos casos, la versión de la víctima, más otros elementos periciales, como mensajes, fotos, videos, que demuestren el abuso pueden sustentar las pruebas, acota Fernanda Ramírez, vocera de las doce víctimas que guardan el anonimato de sus identidades por tratarse de casos de violaciones a menores.


Hay otras once acusaciones más. Cada una de éstas podría alcanzar graves condenas, pero la ley solo permite acumulación de penas por un máximo de 40 años. Si las otras denuncias se comprueban, Juan Andrés, ahora de 34 años, saldría de la cárcel a sus 74 años de edad. En estos casos no hay rebajas de pena por buena conducta.


Poder y privilegios

Para algunos, ‘El Mangajo’ es un joven muy inteligente, que diseñó un método casi infalible para atraer chicas. “Estuvo haciendo eso durante diez años. Acosaba a las niñas por redes sociales, luego iba a buscarlas al colegio en sus autos de lujo, les hacía regalos y cuando las llevaba a su casa las drogaba y las violaba”, comenta Fernanda Ramírez.


Pero hay otras opiniones. “A mí me parece que fue tonto, dejó todas las pruebas en sus redes”, dice Andrés Montalvo, quién fue cercano al proceso desde la parte de las víctimas. Ingresó a todas las redes sociales de Juan Andrés y guardó el material. Incluso videos donde se ve que lleva a las menores a cortarse el cabello o pintarse las uñas en lugares exclusivos. “Fue dejando todas las huellas para entender que el tipo era un pederasta, no era alguien que solo salía con jovencitas”.


Según todo este material de redes sociales, se puede inducir que ‘El Mangajo’ se convirtió en una especie de celebridad entre los adolescentes de Cuenca, quienes le preguntaban como hacía para tener enamorado a tantas jovencitas y acostarse con vírgenes. En las publicaciones, él mismo da detalles de su vida privada.


Vida de excesos

Juan Andrés creció en una de las familias “tradicionales” y más acomodadas de Cuenca. Su madre enviudó y se volvió a casar con un médico estadounidense. En la adolescencia, según él mismo relata, viajó a Estados Unidos, donde pudo “experimentar lujos mayores, relacionado con la vida en restaurantes, autos deportivos, clubes, ropa de marca…” A su regreso a la ciudad de los cuatro ríos se convirtió en “El Mangajo”.


Juan Andrés es hijo único. Se casó y tuvo tres hijos, pero se divorció hace algunos años. Su madre se encarga de criar a los nietos y paga los gastos de la defensa. Durante todo este tiempo ha guardado silencio, sin tener presencia en medios de comunicación. En una de las audiencias del juicio, la señora que tiene más de 60 años, negó todas las acusaciones contra su hijo, aunque la parte acusadora dice que ella sabía todo, según audios y mensajes revelados durante el juicio.


A pesar de estar en prisión desde junio de 2018, ‘El Mangajo’ siguió teniendo ciertos privilegios. En un par de videos que se filtraron desde el interior de la Cárcel del Turi, se lo ve con sustancias estupefacientes, comida de restaurantes y con juegos de mesa.

“Le han quitado tres veces dispositivos celulares”, dice Andrés Montalvo. “Una vez hicimos una prueba para demostrar que él tenía privilegios dentro de la cárcel por su poder económico y posición social. Él mismo puso un anuncio en internet por la venta de una camioneta. Llamamos a ese número y nos contestó el propio ‘Mangajo’”. Luego de varias requisas fue trasladado a la Penitenciaría de Guayaquil, donde paga su condena.


El abogado Sarmiento, refuta estas versiones. Dice que los celulares con los que filmaron a su cliente no son de él. “En una requisa se incautaron 300 celulares en la cárcel, eso no es desconocido, pero no estaban en manos de Juan Andrés. Él no tiene privilegios en la cárcel”.


Todo esto es solo el principio. A más de las doce acusaciones, la Fiscalía abrió una investigación por los videos y fotos de menores que se hallaron en los dispositivos electrónicos. La parte acusadora dice que se trata de material de las chicas abusadas en Cuenca, que destaparía una trama de pornografía infantil. La defensa dice que son videos pornográficos que circulan por redes y que cualquier otra persona los tiene en su celular.


Silencio y machismo

Cuenca es una ciudad donde aún importan los apellidos y las tradiciones.  Aunque las hipótesis sugieren que ‘El Mangajo’ abusó de adolescentes de colegios particulares, las denuncias solo vienen de chicas de establecimientos fiscales, que se atrevieron a poner la cara.


Las madres de las chicas se han convertido en el pilar para soportar las audiencias, aunque todas prefieren guardar el anonimato por temor de que estigmaticen a sus hijas. Tres de ellas, ofrecieron entrevistas al medio digital “La Andariega”, en que, en un formato radial, relatan al viacrucis de enfrentar estas situaciones solas, puestos que sus esposos no quieren ser identificados como padres de chicas violadas. Una de ellas incluso se divorció porque su esposo no estaba de acuerdo en hacer la denuncia.


“Es que todavía no nos atrevemos a llamar las cosas como son”, dice Chechi Alvarado, docente de la Universidad del Azuay y activista. “Hace poco vivimos el escándalo del “cura Cordero” y la gente decía: es que los gustitos del cura; ahora tenemos el caso de ‘El Mangajo’, y la gente decía “el tipo que se metía con jovencitas. Esto es delito y estamos naturalizando la violencia y el abuso. Debemos cambiar”. 


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